16.12.07

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La inmensa mayoría de los milicianos los mirábamos con desprecio y con recelo, porque veíamos que era gente depravada del Barrio Chino de Barcelona, eran invertidos, maleantes, atracadores y chorizos de primera mena, que se habían aprovechado de la revuelta, y se pasaron de la raya. Iban armados hasta los dientes, con naranjeros, pistolas del nueve largo, cuchillo al cinto y bombas de mano. Se tildaban "el terror de la FAI", pero lo que eran era bandoleros y terroristas.

Hasta que el jefe de la columna, Antonio Ortiz, se dio cuenta que el prestigio que había adquirido como idealista, estos se lo tiraban por los suelos. Los pueblos de alrededor estaban aterrorizados, y en Mequinenza tuvimos suerte, porque un individuo del pueblo presentó una lista con treinta nombres del pueblo como fascistas. Pero los jefes de la Columna Ortiz nos llamaron a los dos delegados, que eramos Manuel Rodes (el Pando) y yo, como delegado del grupo "Luz y Vida" y el del Pando era el grupo "Mequinenza". Y nos responsabilizamos nosotros diciendo que en el pueblo no había fascistas. Gracias a Manolo el Pando, que era una persona de lo más sensata del pueblo y supo desenvolverse muy bien.