4.2.08

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Me mandaron a Barcelona. Estuve más de tres meses -fue cuando nació Ismael- en la General de Seguros. Me daban de seguro 7,50 céntimos. Viendo ya que no podía hacer más con la mano, me ofrecieron un arreglo, y un abogado, de esos que son mensajeros (representan a los abogados), me llenó la cabeza que tenía que cobrar mucho, y, a la hora de la verdad, vi que me lo liaba mucho, y que era muy amigo del de la Mutua. Me ofreció 5.000, y el abogado se me quedó 1.000. Solamente por una pequeña intervención.

Los primeros años después de la guerra fueron caracterizados por una cantidad de accidentes horrorosos. El primero fue al polvorín de la mina, delante del matadero municipal; que entraron cinco niños, y murieron carbonizados al explotar una gran cantidad de explosivos abandonados por la guerra. Y otros que murieron recogiendo metralla.
Después vino el de la acequia de Campells, que murieron cinco obreros atrapados por una piedra muy grande, casi todos casados y con familia. Dos eran del pueblo.
Yo, entonces, trabajaba en Previsión, en la mina del puente. Allí también trabajaba mi hermano, llevábamos una galería y nos defendíamos bastante bien.