Llegamos a principios del 39, y el gobierno de Negrín no dejaba de repetir "Resistir es Vencer". Y nosotros, cada día para atrás. Hacía mucho tiempo que habían marchado las Brigadas Internacionales, y nuestro ejército se resintió mucho. Yo estuve en Valencia cuando se marcharon, y se fueron llorando. Todos decían que, tan valientes y mejores compañeros, no los había por ninguna parte; y que marcharon forzados, sabiendo que del otro lado no marchaba ninguno. Que aquello era una trampa para perder la guerra. Después, la gente ya desconfiaba. La Quinta Columna ya actuaba descaradamente. En el Grado de Valencia, los bombardeos eran continuos. Sagunto lo habían asolado. Los obreros nunca pararon de trabajar y, si no, subiendo y bajando a los refugios. Yo estuve allí de servicio dos o tres veces, y considero que aquella gente se merece un monumento por su heroísmo.

Foto: Brigadistas Internacionales.