14.1.08

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A los pocos días me dieron el alta, y me indicaron que me presentase en Pina de Monte el Grado, más arriba del puerto el Ragudo.
Había un grupo de catorce o quince hombres, la mitad de la 25 y la otra mitad del la 26. Sobrantes de las dos divisiones andábamos de aquí p'allá. No teníamos más que un viejo Katiuska ruso , un Chevrolet en no muy buen estado, y un turismo Ford 17 caballos. Los hombres que componían el grupo eran gente muy decidida, y casi todos teníamos un mote, como "Ballesta", "Tumaca" "No Fasistas", "Español" (y era francés), y así sucesivamente...

Jugaban con la pistola como si fuese un bolígrafo, pero eran muy buenos compañeros. Comer, comíamos poco. Siempre íbamos donde poder recoger algo, de puerta en puerta, por ver si nos vendían cochinillos, o conejos de indias. Una vez, pasamos por un campo que había un plantero de lechugas, y sin parar las comimos todas. Otro día se presentó mi hermano a verme, que estaba acampado en pueblo del Toro. Al volver, lo acompañé con el Ford que teníamos, y, al llegar, dice: "¡Mira, ahí hay una res colgada!". Con que me puse como el hijo del esquilador, y aún les llevé un trozo para los compañeros.