Trataba de reorganizarme, pero no había manera de rehacerme. Un día, estaba labrando en Llosa, y a media mañana se me presentó la Guardia Civil, y con las caballerías, me fui para el mas; al llegar, me dijeron que perseguían a un tal el Rubio, que abría los mases y causaba estragos por donde pasaba. Al momento se presentó la otra pareja. Entonces, el Sargento me pidió que harían noche allí y que, si lo tenía a bien, utilizaría el mas para otras salidas. Yo le contesté que le dejaría la llave escondida, porque era miércoles y tenía que presentarme.
-"¿Presentarse de qué?", me dijo.
-"Es que he estado en la cárcel y, mientras esté con la condicional, el Comandante del puesto me impuso que tenía que presentarme dos veces por semana".
-"¿Cómo, es que no cumplió la condena?".
-"Claro que cumplí la condena, pero me dijo que era un elemento sospechoso, y que me andase con cuidado".
-"Pues de hoy en adelante, ya ha terminado de presentarse; para mí, todas las personas que se comportan honradamente, tengan el ideal que quieran, yo se lo respeto, y son personas apreciadas para mí".
Fue así que empecé a frecuentar un poco los cafés en domingo. Después, cogieron al Rubio y, de vuelta, pararon a descansar a Llosa al nuestro, y a pesar de que iba vestido con la ropa que me había quitado, un pantalón y jersey y alpargatas, aún le preparé un par de huevos y vino y pan para comer; cosa que alardearon mucho en el pueblo como rasgo de caridad; después que, por dos veces, me hizo mucho mal en el mas.