30.3.08

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Un día, en la cantera, me ocurrió un caso muy chocante: resulta que ya era hora de plegar, y nos dieron la señal que iban a tirar una pega, y echamos a correr sin poder recoger las chaquetas que teníamos encima de unas rocas. Cuando terminó la explosión de la pega, fui a buscar la chaqueta, y me encontré que no tenía la cartera. Cuando llegué al barracón, di cuenta a los funcionarios. -"¿Tiene alguna sospecha?". Digo: -"¡Sí, señor! Es un libre". -"Vámonos". Fuimos al barracón de los libres. Iba con una gayata, haciéndola volar por los aires, antes de llegar al barracón. Estaban en la calle y, al vernos subir, con el aire del funcionario, me llamaron diciendo: -"¿Que se le ha perdido algo?". Digo: "¡Sí, una cartera!". La encontramos. Miré, no faltaba nada. Llevaba doscientas pesetas, fotos y algunos papeles. Entonces, el funcionario me preguntó: -"¿Te la han robado?". -"Dejémoslo estar".
Al día siguiente, tuvieron que marchar del grupo, porque los compañeros presos, sabedores del caso, si no llego a intervenir yo, los linchan. Después que me la devolvieron, el funcionario me dijo: -"Ustedes son unos bonifacios, que yo no los entiendo. Por muy necesitado que esté ¿Cómo se puede concebir que una persona que está en plena libertad pueda sustraerle la cartera a una persona que está cercada a toda vigilancia y falto de libertad? De no ser porque usted hizo el plan del bonifacio, lo mato. No obstante, le admiro por sus sentimientos".