28.1.08

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Para beber, bebíamos en los urinarios. Recogíamos el líquido con un vaso de aluminio. Para hacer las necesidades, cogieron una brigada y les hicieron cavar una zanja en un corral, pero allí no se hacía más que sangre, de la desnutrición que padecíamos todos. Fue entonces que me enteré de que, al estar días sin comer, después de pasar tres o cuatro, el hambre desaparece. Y es cuando viene la fiebre. El problema es que tienes necesidad de ir de vientre y, al no comer, no puedes hacer nada. Y los problemas son graves.
Entre los compañeros, había un tal Teixidó, que fue chófer del famoso Molins, del Cuerpo Tren de la 25 División. Pesaba más de 110 kg., pero allí se quedó tan delgado que, para orinar, tenía que levantarse la barriga, porque le había quedado como una falda. Ese chico había sido boxeador.
Un día, nos hicieron salir como a medio millar, y nos llevaron a un cuartel a limpiarlo. A mí me dieron una escoba, que para lo que me servía era para tenerme derecho.
Por fin, después de no sé cuanto tiempo, a un grupo -también de medio millar- nos sacaron a declarar. Iba con mis primos en el grupo. Con que me toca a mí. Veía que al que le ponían una "F" azul, era que salía, y al que le ponían una "D" roja quedaba retenido. Así que me toca a mí: -"¿Motivos de ir al puerto?". Dije que llevé a un Capitán, con el que estaba de servicio, y no podía negarme. -"¿Tiene documentación?". Hoja de ruta y el carnet de conducir. -"¿Tiene alguna persona que le avale en el pueblo?". E instantáneamente me vino a la memoria Antonio Sagarra Navas y su cuñado, Anselmo La Casa. Acto seguido, ya marcó la "F" , que me di cuenta que iba fuera.
De modo que mis primos se quedaron. Una tableta de chocolate, que me dieron para el viaje, se la di para ellos, por una reja que nos separaba.