19.3.08

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Después me explicó que lo que iba a deshacer yo, ya lo habían hecho varias veces. Viene el contratista, ve que las puertas están unas frente otras, hay corriente de aire y es malo para los seminaristas. Viene el aparejador, no le gusta el modelo de celdas, al suelo. Va Franco, no le gustan, y así sucesivamente, tirando y construyendo. Con que, con el pico, empecé a tirar celdas. Cuando vino uno de los encargados, me dijo que me lo tomase con calma, me invitó a fumar y estuvimos mucho rato hablando. Sin decir nada, me di cuenta que el trabajo lo debía llevar moderadamente.
Al día siguiente, vino un encargado que había sido preso y pertenecía a nuestra organización. Me preguntó si sabía manejar la maza y el puntero. Yo le contesté que eran herramientas de minero, y yo era minero profesional. Así que me dio un juego de punteros y una maceta, y ves haciendo estas rozas que están marcadas. Así iba haciendo. Cuando venía el encargado, yo paraba a fumar y charlar con él, cosa que veían mal los otros componentes rocistas, el que yo parase con el encargado delante. Ellos, entonces era cuando trabajaban. Yo les dije que me justificaba la faena. Aunque los que había eran malos rocistas. Había veces que estaban sentados cuando no estaba el encargado, y para hacer ruido, picaban el pistolete sin clavarlo. Yo les decía que yo, de ser encargado, sin estar delante, sabría quien rendía y quien no.