7.4.08

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Parecía que, lentamente, me iba recuperando, cuando un día, sin más, me pasan una papeleta como que me habían nombrado de la directiva de los Montes que fueron Comunes. Este nombramiento vino en un estado de revuelta de una sociedad que se veía involucrada por la conducta de una gran parte de señores que, apoyados por un régimen que les era favorable, se aprovecharon de la política para malvenderse los pinos, que hicieron una tala que dejaron la sociedad con una deuda de cincuenta mil pinos a un tal señor Piera de Caspe.

La primera reunión, que se hacía en casa del maestro, que era el secretario, a la entrega de poderes. A mí me nombraron vicepresidente. Se celebraban las elecciones, y cuando intentabas profundizar sobre el tema de los pinos y la marcha de la sociedad, entre el Presidente y el Secretario, esquivaban y no había manera de llevar las cosas a buen término. Y cuando la señora del maestro se cansaba, sacudía las mantas para dormir al viejo, que era su habitación, y teníamos que marchar. Nosotros no teníamos forma de entrar en detalle; pero un día que se fue el Secretario al servicio, que lo hacía muy a menudo, le pude coger el libro Diario y el Mayor, y en poco rato vi que había la inmensa parte de las columnas del Diario sin sumar, y que no las pasaba al Mayor. Al que era Guardia de los Montes, que nos informaba de todo, le dije que con aquello había hasta para mandarlo a la cárcel.