Entonces, a primeros de Febrero del 39, me destinaron de enlace al Comité Nacional de la C.N.T. de Valencia, que estaba en la calle La Paz. Estaba con un grupo de choque, que se llamaba la Compañía divisionaria. Y estábamos hospedados en el internado Durruti, que estaba en una calle al lado de las Torres de Cuarte. Todo el mes de Marzo se vivía con una inquietud desesperante. La gente andaban como autómatas; andaban por las calles, les pitabas con el claxon y no se apartaban. Nosotros estábamos alerta, porque se temía la dimisión de Negrín. Los comunistas se revolucionaron, y nosotros íbamos tomando posiciones, anticipándonos a los desmanes comunistas. Hubo unos cuantos brotes, pero se rindieron enseguida. En Madrid hubo muchas escaramuzas hasta que marchó Negrín. Después vino el pacto de Casado. Parece que dieron algunas garantías de seguridad, pero nosotros desconfiábamos mucho.
En una reunión con el grupo, ya habíamos planeado de cargar víveres, adentrarnos en las montañas de Cullera y trasladarnos a campo través hasta Francia. Pero resulta que llegaron noticias de Madrid, que nos darían toda clase de facilidades para embarcar al extranjero, y fuimos engañados como chinos.