Íbamos a volar alcantarillas, cerca de la línea de fuego del enemigo. Una vez, volamos unas a unos cuarenta metros de un nido de ametralladoras de Belchite. Cada turno tirábamos dos pegas, que minábamos, de 3 a 4 metros. Había veces que se nos estropeaba el compresor, y continuábamos a la maza copla. Trabajábamos como negros, a ver quien podía más.
Por la noche, cuando estábamos en la plaza de Letux, cantábamos canciones norteñas, y se llenaba la plaza de personal civil, que venían a oírnos. Había unos cuantos que cantaban muy bien, y yo acoplaba con ellos la mar de bien. A mí me llamaban el de las Columbianas, que era lo que aprendí en la mili. No sé si por el miedo o por qué, el caso es que lo hacíamos muy bien, y por aquel terreno no conocían aquel sistema de cantar de monte.

Imagen: Combate casa a casa en Belchite (Septiembre,1937). Autor: Agustí Centelles.