1.1.08

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Ya en pleno verano, decidieron, con las pocas armas que teníamos, atacar Belchite. La 118 por la zona de Fuendetodos, que la movía el viento. Era un cabezo muy alto que lo tenían muy guarnecido. La 117 por la ribera de Almonacid de la Cuba y toda la falda del Cabezo del Lobo. Y la 116 arrancaba de la parte baja del cementerio, capándoles por detrás (que era la carretera de Zaragoza). Entre el río y la carretera había un nido de ametralladoras, y por la parte del cementerio otro. Delante mismo y a la ladera del cementerio estaba el Seminario, que es donde más mal nos hicieron a nuestras fuerzas. Los mejores tiradores eran los curas del Seminario.

Nosotros teníamos la misión de servir el agua, la comida y la munición. Teníamos que andar con las perolas de la comida a gachas, porque nos barrían con las ametralladoras. La primera casa que ocupamos fue el molino que había a la entrada. Después, se tuvo que combatir abriendo boquetes casa por casa, y con bombas de mano. Una de las claves de la victoria fue la Batería del Cabezo Lobo, que tiraba a cero, y les era muy difícil de localizarla; aunque se dijo que habían acertado un obús a una de las bocas de la artillería.