14.2.08

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Según me explicaba uno de ellos, un tal Aznar, que era barbero y había trabajado en el pueblo con mi vecino el Miché, que tuvieron que cortar la redada, o de lo contrario estaba complicado el gobernador de Lérida, el de Barcelona, y algún General; y que por lo tanto, estarían poco en la cárcel. En cambio nosotros, que no habíamos hecho nada, lo teníamos más difícil. Según algunos periódicos, nos calificaron de terroristas, bandoleros, salteadores, y una serie de adjetivos difamatorios que nos quisieron aplicar.
El primer domingo de su ingreso, lo sacaron a oír misa, y fue una ovación de murmullo al verlo arrodillado al lado de retonda con la cabeza pelada. Por cierto, que el barbero era un comunista de mala uva, más que esquilarle se lo arrancó. También había pasado por sus manos.
Un día, vino su señora a comunicar, y después que terminó, me dijo que quería hablar conmigo.
Yo le dije que conmigo no tenía que hablar nada, pero tanto insistió que me vi obligado a escucharla.
Y me salta:
-"Si esto cambiase ¿Qué me haríais a mí?".
Yo entonces dije:
-"¿Qué te hemos hecho hasta ahora?".
Dice:
-"¡Vosotros me colgabais de la reja más alta de este edificio!".

Desde luego, que si llega a pasar el cambio, que parecía probable, porque había terminado la guerra [mundial] y todo hizo prever que era el final del fascismo, pero nos equivocamos todos, hasta los mismos del régimen. Y tuvieron una reacción que nosotros, los presos, pagamos las consecuencias. Si llega el cambio estando en Lérida, las consecuencias habrían sido fatales para él, porque había motivos más que suficientes para lincharle.