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Así que nos dispusimos a aumentar el precio, calculando desde que empezaron con el contrato de después de la guerra, y encima, el tanto por ciento para cubrir el presupuesto. Cuando presentamos todos los datos a la directiva y los asociados, hubo un revuelo de mil demonios; decían y alegaban que enfrentarse con la potencia minera era muy peligroso, y que tenían una fuerza fabulosa. Después de muchas disensiones, decidimos llevarlo a cabo en seguida. Les pasamos la comunicación, y decidimos reunirnos en la oficina de [la mina] Previsión. Fuimos Jesús el secretario y yo; nos estaban esperando: el administrador de Previsión (Pepito), el tío Pepe Estruga, el tío Ramón del estanco, y Agustinet del Moreno. Les explicamos los motivos de la subida del alquiler y la reacción fue fuerte, diciendo que nos habíamos pasado y que no pensaban pagar; pero gracias a la intervención de Pepito, el administrador de Previsión que, haciéndoles ver que aquella subida era justa y que habían de haber sido otras directivas quienes tenían que haber hecho las subidas, y ahora no nos hubiéramos visto en aquel trance tan desagradable. Después de su intervención, todos vinieron de acuerdo, y nos apuntamos un gran tanto.