18.1.08

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Estaba de servicio con un Capitán Instructor, y un día fue a educar un Batallón, que eran recuperados de la "Quinta del Saco". Se les denominaba así porque siempre iban con el saco al hombro, y muchos de ellos llevaban una piel de oveja en la espalda. Les hacían marcar el paso, y ni hecho adrede lo hubiesen hecho peor. Andaban con paso cansino y con desgana, como ancianos de ochenta años. Yo me preguntaba: "¿Con eso vamos a ganar la guerra? Aviados estamos". La primera noche que les mandaron a las avanzadillas, se pasaron casi todos. Daban un aspecto desolador.

Estaba esperando al Capitán, que terminase las diligencias con ellos, y uno que iba rezagado me dijo que, si lo llevaba a su pueblo, matarían un pollo para invitarme a comer. Y que hacía mucho tiempo que no había visto a la familia. Yo le dije: "¿Cuánto hace que no les has visto?". Y dice: "15 días". Entonces le dije que se fuera antes no pasase otra cosa. En todo el tiempo que iba de guerra, yo no los había visto más que una vez.

Ya viendo aquellos sucesos, y otros similares, te hacía reflexionar que las cosas no marchaban bien.