6.2.08

70.- Detención y torturas

El día 7 de Mayo de 1946, a las cuatro de la mañana, se presentaron dos Guardias Civiles y tres de la Brigada Social -especie de checa con los mismos sistemas-, que les abrió mi padre, y me sacaron de la cama con muy malos modos.
Estuvimos dos días en el cuartel declarando, y con careos continuamente. En las declaraciones tenías que decir algo, de lo contrario te habrían muerto. Se ponían uno en cada lado, pegándote puñetazos con toda la fuerza en los riñones; y otro delante, abofeteándote de una manera brutal para que hablásemos. Después, que cuántas armas tenía -por cierto, tenía un mosquetón encasquillado, que ellos lo dieron por bueno-, y que cuántos del pueblo tenían armas.
Yo me encontraba como atrofiado, y sin sentido ni ideas, ni forma de salir de aquel estado caótico.
Después, en un careo, hicieron subir a José Soler, y nos emprendieron a los dos. En aquel momento apareció el señor Serrano para interesarse por mi compañero Soler, diciendo que era un buen chico. Pero fue tal la reacción de aquella gente, que aquel hombre, a pesar de ser muy mayor, y con una personalidad muy influyente en el régimen -era el administrador de todas las minas de la Compañía Flix-, sufrió un impacto tan grande que se quedó temblando, se fue para casa, y al poco tiempo murió sin pronunciar palabra. Ni los médicos ni nadie supieron la enfermedad que tenía.