13.3.08

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Creo que fue a mediados de Agosto cuando nos dieron la orden de partida. Nos montaron en un camión a unos quince, todos atados de dos en dos, salvo en el caso de Antonio Rodes, que le pusieron un tercero entre los dos, cosa que me hizo mucha extrañeza de que no le esposasen solo. Así que nos metieron en el camión para mandarnos a la estación. Pero antes de arrancar, subió el jefe de la expedición y nos dijo: -"¡Oído! ¡Si alguno se escapa, al que se queda le pego un tiro en la nuca!". Bajó del camión y arrancó enseguida para la estación.

Cuando llegamos a las cercanías de Albacete, entró un hombre con un cinturón lleno de navajas de Albacete, pero al entrar y ver la clase de gente que éramos, y con traje de penados, ya no acabó la frase y se volvió.
Al llegar a Albacete, al que iba atado en medio de Antonio Rodes, lo bajaron. Después, el jefe de la expedición pasó por los departamentos pidiendo perdón por la frase que nos soltó en Valencia. La causa era que se le había fugado dos veces, y por eso lo puso entre medio de los dos, porque era un preso peligroso. Nos dijo que el informe que tenía de nosotros era muy distinto a la frase que nos había soltado.