25.12.07
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Después de lo acontecido, nos dieron veinte días de permiso destino a Sitges. Íbamos con unas barbas que, más que otra cosa, parecíamos bandoleros. Con que a las nueve de la noche llegamos a Caspe. Fui a visitar a unos amigos, que con ellos comían los primos hermanos Estruga, que estaban con el cuerpo Tren. Cuando me vieron, no me reconocieron hasta que hablé. Aquella noche decidimos no acostarnos, porque teníamos que salir a las cuatro de la mañana. Fuimos a parar a un bar de la plaza calle del Coso, y encontramos a unos señores ya mayores algo bebidos. Uno de ellos nos dijo que fuésemos a dormir a casa suya. Nosotros, los tres que íbamos, no queríamos de ninguna manera, pero por fin nos arrastró de mala gana. Llegamos a su casa, y lo primero que hizo fue freír una longaniza muy grande para los tres. Comimos un poco y unos tragos. Con que subimos al cuarto y había tres camas, una de matrimonio que dormía con un nene de pecho, y otro mayorcito a una orilla; a la izquierda, una abuela con otro; y a la derecha, una cama con dos mozas, que las hizo levantar para acostarnos nosotros tres.
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