Hasta el año 1946 todo se iba normalizando, y se empezaba a ganar algún dinero; y la guerra internacional y el régimen parecían tocar a su fin, según las emisoras de radio y el ambiente nacional. Aunque las represalias del régimen eran de las más bárbaras que jamás un régimen procediera.
Las cárceles estaban abarrotadas de presos por hechos de la guerra. La Confederación Nacional del Trabajo iba moviéndose, pero con tan mala suerte que dentro de los comités había espías y chivatos. Así como se formaba un Comité, enseguida venía el chivatazo, y a la cárcel. Así, empezamos recaudando para ayudar a los presos. Después, la cruzada de los maquis; las proclamas de la emisora Pirenaica, lanzando bravatas... La gente hablaba sin reparos, pero los fascistas estaban recelosos, y procedían con mucha saña. Nosotros, con muy poca cautela, cada día nos íbamos involucrando más, y ya era difícil deshacerse.
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