En los jóvenes, que salían de noche con una manta al cuello, al no haber luz se creaban una especie de cuadrillas con aires de liderazgo. Los más fuertes se dedicaban a acorralar a los débiles, no les dejaban festejar y los mandaban a dormir, causando mucho malestar. En represalia, hubo algunos casos muy lamentables, como el tal del "Santo", que era un tipo muy fuerte y muy chuleta, que se dedicaba a mantear a todo el que encontraba, y tenía a la juventud atemorizada. Con que se juntaron unos cuantos, organizaron unas patrullas, y en el callejón del Ayuntamiento lo acuchillaron hasta dejarlo muerto.
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