Aquel mismo día fuimos a incorporarnos a la Columna Durruti, que se había acampado en Bujaraloz. Pero nos hizo volver para el pueblo. Fuimos con un camión de Algueró conducido por el Dotriné, que a duras penas hicimos el viaje con mucha suerte. En Fraga, nos hicieron ir a la cárcel y requisar todos los colchones para blindar los camiones de las fuerzas que subían para la Columna Durruti.
Al día siguiente, hicimos otra salida; contadas las armas que poseímos, con escopetas de todos los calibres y los pocos fusiles de los Guardias Civiles y el fusil ametrallador, fuimos a liberar Fabara, que aún estaban con los fascistas. Íbamos dos camiones cargados de personal, y nos dirigía el que era Guardia y Comandante del pueblo, que se adhirió a las fuerzas de la República. Antes de llegar, desplegamos todos en una gran explanada. Y tan pronto vieron nuestras cabezas, toda Fabara, con banderas blancas y las manos en alto, se rindieron. Por cierto, que nos hicieron un recibimiento muy afectuoso, invitándonos a comer y beber más de lo que quisimos.
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