15.12.07

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Llegamos a Caspe, y francamente, me costó asimilar lo que era una Revolución en todo el sentido de la palabra.
Cuando fui a alistarme, la primera cosa que hicieron fue hacerme delegado del grupo; no sé si fue porque encabezaba una nueva lista, o porque era recién hecha la mili. El caso es que me dieron una leva de 25 hombres que yo no conocía a ninguno. Yo, que estaba acostumbrado a la disciplina del Cuartel y veía todo aquello, me descomponía. Como no había control de nada, se hacían abusos de todas las especies. Cada día iban a pedir ropa. Los más tragones comían el primer turno en un comedor, e iban corriendo al segundo turno de otro comedor para repetir, a pesar de que nos daban la suficiente comida. Pero eso no era lo peor.

Resulta que había formado un grupo llamado "La Brigada de la Muerte", que de Brigada tendrían mucho, pero de muerte... Era la que aplicaban yendo por los pueblos recogiendo los chivatazos que les daban otros desalmados, que sin ideal y con malos sentimientos, les entregaban listas, que en su pueblo había tantos fascistas. Y ellos se lanzaban como aves de rapiña y, con unos modos depravados que eran, se lanzaban provocando el terror y la muerte sin miramientos, que, en muchos casos, fueron víctimas de odios personales.

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