Con que, por el camino, compramos dos pesetas de naranjas, y nos tocó una peseta para cada uno. En Silla nos bajamos, y nos separamos todos. En aquellos momentos, vi que se abría una barbería, y me fui allí y dije:
-"¿Cuánto vale un corte de pelo y barba?".
Dice: -"Una peseta".
-"¿Se atreve conmigo?".
-"Siéntese".
Me hizo lavar la cabeza, me arregló cabello y barba, y después no quiso cobrar. Dijo que más falta me hacía a mí que a él.
Después me fui al pueblo de Aldaya, a casa de una familia que me esperaba, pues había un amigo de Caspe que era hermano de la nuera de la casa. Estuvimos dos días para recuperar fuerzas, y entonces decidimos marchar para el pueblo. Me vendí la manta que llevaba a un Requeté de Pamplona, y por caridad me dio 15 pesetas, que nos fueron muy bien para el viaje.
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