En aquellos días, ingresó Félix Carrasquer, que, a pesar de ser ciego, es una de las mentalidades más despejadas que jamás haya habido.
El primer día nos obligaron a ir a la escuela. Después, se formó un grupo para dar clases de Contabilidad Comercial. Empezamos las clases, y el profesor no hacía más que escribir al dictado. Al cabo de los días, yo le dije que no entendía la manera que llevaba la enseñanza, y le demostré que la Contabilidad se enseña con ejercicios prácticos. El resto de los alumnos le contestaron que ignoraban cómo se hacía; así que terminó la clase. Después, el jefe del grupo, un tal Enric, que era maqui él y todo el grupo de clase, me pidió que les diese clases yo, pero yo me negué. Entonces me dijo que si fuesen de la CNT sí que hubiese aceptado, y tenía razón. El tal Enric descendía de Mequinenza.
Después me llamó Félix Carrasquer, y me dijo a ver si tenía a bien que formáramos una clase de Historia de la Civilización, y que buscase unos cuantos más. Total, que le cité unos cuantos nombres, entre ellos A. Soler y A. Quintana, de mi pueblo, y me dijo que se lo dijera, pero que no me aceptarían; y así pasó.
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