6.12.07

8.1

En la época de la Guerra del 14, Mequinenza sufrió un transformación muy importante, debido al impulso que tomó el carbón de ámbito nacional.
La inmensa mayoría trabajaba en las minas, y el que no, tenía gente de los pueblos de alrededor, que venían para toda la semana, y dormían en pajares o donde podían instalarse, pagando una cantidad mísera, pero que ayudaba a vivir.
Los más expertos, o decididos, supieron sacar provecho de la situación. Pusieron bares, casas de juegos; algunos se arruinaron. Otros se hicieron ricos. En los bares había gramolas, máquinas tragaperras, y programaban películas mudas, donde pagaban 10 céntimos.
También había mujeres de la vida o camareras. Con las mesas de juego (el monte, la brisca y otros juegos de embite estaban en todos los cafés), los más favorecidos fueron los cafeteros, porque los departamentos de juego eran cuartos aislados y cerrados, para que no entrase ninguna autoridad.
A Mequinenza le llamaban la capital de la comarca o la pequeña Texas. El pueblo era un bullicio de gente de todos los pelajes.
Pero se acabó la guerra, y desapareció todo por encanto. Continuaron los locales, pero la gente tuvo que marchar; muchos a Cataluña, y la mayoría a Barcelona; que, por cierto, muchos se abrieron camino allí.

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