6.12.07

8.6

Trabajaban sin ton ni son. El Agustín era muy sincero, y tenía la fuerza de un mulo. Hacía verdura y, cuando no le marchaba el motor, con un caldero muy grande pasaba horas haciendo riegos con el cacharro al cuello y un cubo a la mano. Pusieron muchos animales de pluma y granjas de gallinas.
Las relaciones vinieron a menos, a causa de un accidente muy lamentable. En uno de los viajes que realizaba el chef semanalmente, tuvo la mala suerte que, al final de la calle Zaragoza, donde vivía el vecino nuestro de Llosa, quien tenía 3 chicos y una nena, estando jugando la niña, salió corriendo a la calle en el preciso momento en que pasaba el coche, y la mató.
La familia quedó muy desolada; incluso, cuando estábamos en Llosa, y por el otro lado pasaba el coche del chef, con una escopeta del 16 le disparaba al otro lado. A consecuencia de esto, casi dejó de subir.

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